miércoles, 2 de agosto de 2017

NOCHE DE FIESTA


"NOCHE DE FIESTA "







Ella ha aparcado a las niñas con los abuelos maternos.

Qué si no:

la vía paternal en bloque huyó al conocer la noticia de una separación temporalmente perpetua.

Nadie los culpa, cada cual tiene sus terrores.




En el reloj sin pilas que hay sobre el aparador de la entrada

(otro horrendo recuerdo de los parientes políticos y políticamente desatinados)

las agujas detenidas dos semanas atrás sobre el seis y el tres

marcan por casualidad u obstinación la hora correcta.




Momento de recomponerse y eliminar todo rastro de decadencia y estrago.

El tiempo,

no el del reloj atrapado en su tedio sino el cósmico que perfila años o siglos como si nada,

apremia y no perdona.

Las oportunidades de enderezar un timón a la deriva o al ajado cuerpo echarle una alegría,

se desvanecen como el humo de las hogueras de San Juan en una tormenta.




La puta vida, que a toda hostia sin avisar se larga.

Puede que de su presencia en este zoco de bagatelas y regateos,

no quede ni rastro.




Con este programa de resurrección en la carta,

prepara ella todo su arsenal anti desaparición del mundo de las emociones fuertes.

Tiene perdida la cuenta del tiempo que ha pasado

desde la última vez que al unísono gritó y gimió

clavando sus tacones de fulana voluntaria a tiempo parcial

en el techo de una habitación desconocida.




- ¡Ah dios! - se estremece sólo con recordar aquella noche

cuando con calculado egoísmo

se entregó al primer chulapo que se atrevió a colarle un beso con su lengua de serpiente.

Sabía a tabaco rubio y tequila rancia, pero del asco al deseo apenas mediaron dos tragos y tres caladas.

De tequila rubia y tabaco rancio.




Piensa en ello mientras borra todo rastro de canas de su pelo alborotado.

Teñido de negro canalla,

reaparece la chica mala que en su juventud sobaba y se dejaba sobar en los portales del barrio.




Para las siete cuarenta del reloj de la mesita de noche,

éste sí con pilas,

ya está frente al espejo poniendo las tetas en su sitio con ese fantástico y caro Push Up Doble o Nada.

- Qué bendito milagro - piensa mientras ese cristal mágico le responde con la idealización de una mujer de alto riesgo.




El resultado es increíble, reconoce,

y los nuevos pezones aupados al cielo como la Asunción también le suben la autoestima.

Al paraíso.

Debe haber allí muchos ángeles hambrientos de sexo y malas prácticas.

Sólo por ese mágico e inmediato cambio

ya vale la pena el intento de reconversión.




Minutos después cuenta con un trasero nuevo.

Insolente y respingón como una adolescente.

No han sido necesarias duras jornadas de pilates, ni zumba ni rumba ni tumbao.

Mucho más rápido y efectivo son esas Brislips negras,

otras Bottom Up con encajes y un buen relleno

para dejar ver a los mirones y envidiosas que hay de lo que tiene que haber en ese culo trending

y además está bien puesto.




A las veintitrés horas intercambia confidencias con otras dos mejores amigas,

de entre todas las mejores amigas que por mejores se tienen,

frente a una barra de bar cinco estrellas.

Y cinco chupitos de ginebra all stars.




Al cuarto se fija en un fulano alto con aires de cimarrón,

firmes caderas, abultado pantalón, marcada nuez y negro pelo.

Como su teñido negro pero sin azabaches.

Le gustaría acercarse y robarle un beso,

previo a hurtarle toda la noche para darse el homenaje que anhela.




Pero algo se lo impide:




Y es no saber qué ojos abrirá ni qué cara pondrá ese macarra

cuando a mordiscos no le arranque todos los gemidos que olvidados esconde

sino los postizos con apremio comprados en el ap-estore del momento

que hoy lleva puestos.




Indispensables atuendos

para seguir viva

en el duro mercado de la carne fresca on line.










© Christophe Caro Alcalde
































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